Fue el cacique de una tribu de Loja, Ecuador, quien descubrió la magia de los “polvos de quinina”. Su nombre es don Pedro Leiva, la historia lo conoce poco pero se maravilla con su espíritu. Gracias a que un día encontró a un sacerdote que necesitaba tratarse una fiebre es que ahora conocemos las propiedades de la Cinchona, una de las primeras curas para la malaria y con beneficios para la salud que hoy podemos obtener cuando disfrutamos un vaso de agua tónica.

La quinina tiene un comprobado efecto en malestares digestivos. Esto se debe a que posee la capacidad de depurar al cuerpo de toxinas, evitando así también la retención de líquidos. Una buena dosis de aguas tónica después de almorzar puede hacer maravillas por ti. Mucho más si tienes la posibilidad de disfrutarlas con tranquilidad con distintas notas de sabor.

También se ha sostenido que los efectos antioxidantes de la quinina hacen más lenta la degeneración celular, y por eso, es una aliada útil para prevenir el cáncer. Además, esta misma potencia puede servir como un cicatrizante muy útil para evitar infecciones, funcionando casi como un antibiótico.

Muchas personas en Europa también la utilizan para prevenir calambres nocturnos. Con tan solo un vaso de agua tónica antes de acostarse, logran evitar esa tensión en los músculos.

Pero la historia no acaba aquí. Por su alto contenido en fósforo, se cree que puede disminuir la absorción de calcio en los huesos. Hay también quienes aprovechan sus cualidades para espantar mosquitos, rejuvenecer su piel o para tratar sus fiebres, como lo hizo aquél cura del siglo XVII amigo de don Pedro.

Pedro le compartió la fórmula al cura y este la legó al mundo a través del Conde de Chinchón. Él representa la voluntad de compartir sin esperar nada a cambio que está dentro de todos y que se sintetiza en la capacidad de un agua tónica como Cinchona, hecha con la variedad más pura de quinina, con la que compartimos las propiedades curativas que se pueden disfrutar en distintos sabores y presentaciones.